La industria del anime está viviendo una transformación histórica. Por primera vez desde 2020, los mercados extranjeros no solo igualaron, sino que superaron los ingresos generados en Japón. Según el informe de la Asociación de Animaciones Japonesas (AJA) para 2024, el mercado global de anime alcanzó un valor récord de 3.34 billones de yenes (21.27 mil millones de dólares) en 2023, con un crecimiento del 14.3 % respecto al año anterior. Más de la mitad de esos ingresos provinieron del extranjero, consolidando el papel clave de los mercados internacionales en la expansión del anime.
El dato más sorprendente del informe es que los mercados extranjeros representaron el 51.5 % de las ganancias totales, generando 1.72 billones de yenes (10.94 mil millones de dólares). Este cambio marca un punto de inflexión en una industria que, históricamente, dependía en gran medida del mercado doméstico japonés.
¿Por qué crece el anime fuera de Japón?
El auge internacional del anime puede explicarse por varios factores. Uno de ellos es la depreciación del yen, que ha disminuido el peso relativo de los ingresos generados dentro de Japón. Sin embargo, el impacto de la pandemia de COVID-19 también fue clave. Durante los meses de confinamiento, millones de personas recurrieron al anime como forma de entretenimiento, redescubriendo clásicos y adentrándose en series icónicas como One Piece y Dragon Ball.
El papel de las plataformas de streaming como Netflix y Crunchyroll ha sido determinante. Gracias a ellas, el anime se ha vuelto más accesible que nunca, permitiendo que audiencias globales exploren un abanico amplio de géneros y estilos. Las empresas han intensificado sus esfuerzos por distribuir películas y series a nivel internacional, lo que ha elevado aún más la popularidad del anime en mercados como Norteamérica y Europa.
¿Está el anime en riesgo de perder su esencia?
Con el creciente éxito en el extranjero, surge un debate: ¿debería el anime adaptarse a los gustos internacionales? Aunque podría parecer una estrategia lógica para maximizar ingresos, modificar las historias y estilos que definen al anime podría alienar a los fanáticos que valoran su autenticidad.
Japón sigue siendo el epicentro cultural del anime, y su enfoque en narrativas únicas y estilos visuales distintivos es lo que lo ha convertido en un fenómeno global. En lugar de cambiar para complacer a audiencias extranjeras, la industria japonesa debería fortalecer su mercado interno y mantener la esencia que ha cautivado a millones.
El anime está en un momento crucial. Su expansión global es innegable, pero el desafío será crecer sin sacrificar la identidad que lo hace único.