Pocas veces el divorcio es el final feliz de una película pero así como enseñó Historia de un matrimonio con Adam Driver y Scarlett Johanson, tal decisión no tiene que significar un trágico desenlace. Aprender a soltar es la nueva integrante del catálogo de Netflix con un importante mensaje de reconciliación familiar y perdón, aunque a simple vista parezca todo lo contrario.
De origen sueco y titulada Släpp taget, expone la disolución de un hogar desde sus primeros fallos de comunicación, desprecios y engaños. En un contexto con niños en rebeldía, las peleas como el pan del día a día y Gustav pidiéndole el divorcio a su esposa Stella, el caos es rápido para instalarse y lento para despedirse.
Sinopsis y reparto
Anna, la hija mayor, intenta superar las complejidades de la adolescencia mientras se interesa por el apasionante mundo deportivo. Al mismo tiempo, su hermano menor Manne vive las características rabietas de la infancia y convive con su diagnóstico como celíaco. Josephine Bornebusch interpreta a una madre superada por las responsabilidades y Pal Sverre Hagen a un terapeuta que no sabe cómo comportarse en su propia casa.
El reparto lo completan Sigrid Johnson y Olle Tikkakoshi Lundström. En papeles secundarios también están Leon Mentori como Gabriel, Tone Danielsen como Astrid, Niklas Falk es Arild, Lola Zackow es Angela, Irma Jämhammar es Liz, Mathias Lithner hace de Frank, Lotten Roos representa a Lakae y Louise Sondlo Zapata como Lulu.
Con la música de Uno Helmersson y la fotografía de Ragna Jorming, es una mezcla de nostalgia e irritabilidad en busca de la verdad.
Crítica de Aprender a soltar
La cinta propone un aventurero viaje familiar en el que Stella reúne a todos los integrantes de forma casi obligatoria para acompañar a Anna a una competencia de pole dance fuera de la ciudad. Estas escenas simbolizan en gran medida el viaje introspectivo que debe hacer cada personaje para identificar sus errores y enmendarlos: secretos, distanciamiento emocional, egoísmo y más.
A medida que la película avanza, Stella abandona su ambición de tener el control de todo y comprende que la individualidad de sus hijos y de su pareja merece ser respetada. Desprenderse de tareas ajenas es el primer paso para que la protagonista se abrace a sí misma en un acto de perdón y solidaridad.
Bornebusch, como directora y personaje principal, logra capturar momentos muy íntimos que atraviesa la mujer en su rol de madre y esposa. Hace que el espectador aprenda a normalizar no estar bien emocionalmente para que, siendo consciente de su fragilidad, pueda fortalecerse. Aprender a soltar refiere al arte de vivir en plenitud y que el control no es sinónimo de bienestar.