Gustavo Costas es bien recordado en Alianza Lima. El entrenador argentino tuvo dos pasos por el club y algunos periodistas decidieron hacer un análisis sobre lo que significó estos ciclos. Jesús Mestas, quien siguió a los blanquiazules por varios años y llegó a volverse cercano a Costas, dejó claro que todo empezó con una llegada rodeada de mucho silencio. En ese momento suplió al Chepe Torres, tras una experiencia en el club Guaraní de Paraguay.
Según este comunicador, su éxito y cariño se debió a que apostó por la cantera desde el principio. No solo le dio la confianza a nombres interesantes como Wilmer Aguirre y Junior Viza. Sino que fue el primero en ver el potencial que tenía Jefferson Farfán, el joven jugador que formaba parte de la cantera y que dio sus primeros pasos como profesional con él.
La Foquita destacó que su trato fue impresionante y que le dio todas las herramientas para ser exitoso en el extranjero.
Su primer paso
Su primer ciclo inició el 18 de abril de 2003, cuando fue presentado en la sala de prensa del estadio Alejandro Villanueva. En esa ocasión alcanzó el bicampeonato, con dos títulos en las dos campañas en las que estuvo, aunque en la primera de ella llegó a la mitad del desarrollo. Ambas finales se las ganó a Sporting Cristal en una rivalidad que se volvió más evidente luego de estas dos experiencias.
Sobre esto, el periodista de El Comercio, Christian Cruz, aseguró que se trató de los dos momentos más grandes del siglo XXI. Además del bicampeonato, otro bonito recuerdo llegó en la Copa Libertadores en 2010 frente a Estudiantes de La Plata, cuando Alianza ganó por 4-1.
El cariño que recibió en Alianza
Según Cruz, la razón de este éxito se debió a la fraternidad que había en el grupo. Los jugadores se sentían representados por el estratega, quien les demostraba cada vez que podía que iba a responder por ellos si ellos lo defendían con buenos resultados dentro de la cancha.
A finales de 2004 dejó el cargo, pero no cerró la puerta debido a que sabía que en algún momento lo iba a necesitar. Esta segunda oportunidad llegó en 2009, cuando encontró regularidad al punto de dirigir 114 encuentros. Allí ganó 57 partidos, empató 27 y perdió 30.
