Tras una semana melancólica, el escenario cambió para Universidad de Chile. Esta vez, sí levantó la copa en el Estadio Nacional, pues los Azules vencieron 1-0 a Ñublense por la final de la Copa de Chile.
La historia de la conquista tuvo un desenlace parecido al 1-1 contra Everton de Viña del Mar. La diferencia radicó en que, dentro de toda la polémica y el juego brusco, el Romántico terminó airoso. Todo esto con un gol ganador de su jugador leyenda: Charles Aránguiz. Y al final, con las lágrimas y la euforia de su capitán Marcelo Díaz.
La conquista tuvo un guion de película.
La Casa y el Príncipe
El contexto del compromiso, si bien pudo ser mejor desde la previa, benefició a Universidad de Chile. Prácticamente jugó de local, pese a la neutralidad del partido único, porque el Julio Martínez Prados se tiñó de azul como de costumbre.
Y el duelo estuvo a la altura. Los primeros minutos fueron de acción continua en cada arco, donde los Diablos Rojos no se resguardaron atrás sino que salieron a buscar el primer tanto. Esta propuesta le pasó factura al cuadro rojizo, justo antes de terminar la primera mitad. Allí, Aránguiz pisó el área rival y definió con un globo sobre Diego Tapia, el arquero contrario.
Una jugada que enmarcó el segundo tanto para el centrocampista, desde su regreso a Ñuñoa. Según Fotmob, Charles fue el mejor jugador del encuentro, con una puntuación de 8 sobre 10.
La polémica para Universidad de Chile
Sin embargo, el desborde en la tribuna y los gritos callaron por unos minutos en el estadio Nacional. En el minuto 60, los de Chillán igualaron el marcador, gracias a un remate de Patricio Rubio. El delantero rojo celebró el tanto con sus compañeros y silenciaron a los aficionados azules, hasta que el juez principal recibió el llamado del VAR.
Los compañeros de José Cabero, primer árbitro del compromiso, revisaron las acciones previas al gol de Rubio. En eso se notó una falta sobre Franco Calderón, defensor central de los Azules. Cabero tardó poco más de 30 segundos en revisar la jugada y anuló el tanto de Ñublense.
Todo el proceso desató la furia en los jugadores rojos, que incluso siguieron con los reclamos en el postpartido. Y el propio Patricio Rubio terminó expulsado por comentarios despectivos hacia el árbitro principal.
Lo cierto es que la U consiguió su ansiado trofeo. Ese que tardó siete temporadas en volver.